BUSCAR EN TAI CHI DEL PARQUE

20.12.13

Felicidades!



Diente de León

Un hombre que se sentía muy orgulloso del césped de su jardín se encontró un buen día con que en dicho césped crecía una gran cantidad de dientes de león. Y aunque trató por todos los medios de librarse de ellos, no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica plaga.

Al fin escribió al Ministerio de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho, y concluía la carta preguntando:

- “¿Qué puedo hacer?”

Al poco tiempo llegó la respuesta:

- “Le sugerimos que aprenda a amarlos”
 

En 2014, amemos todo lo que surja en nuestro jardín de la vida.
Gracias por tu presencia. Felicidades!


Autor del cuento: Anthony de Mello. Tomado del blog “Los cuentos que yo cuento”.

Imagen: “Dandelion Lighs” de Angela Grainger



11.12.13

El poder de la quietud

 

Voy a insistir en la importancia de quedarse quieto, más aún en este momento del año y también ante la situación social que vivimos en Argentina estos últimos días.

Solo a través de la quietud logramos observar nuestros pensamientos y emociones. Habitualmente estos son energías que nos impulsan a actuar de manera reactiva, sin reflexionar más allá de lo primero que surge en nuestra mente.

Muchas veces estos pensamientos y emociones no son siquiera propios. ¿Alguna vez has actuado de una manera en la que luego no te reconoces? Pues bien, nuestro cuerpo energético tiene la capacidad de absorber las energías que lo rodean. Esto lo hace constantemente a través de la interferencia de las energías electromagnéticas que todos los seres y cosas emiten (todos somos energía e irradiamos constantemente). Nuestra energía se cruza con todas las otras: las del miedo, las del fin de año, las del estrés laboral, las de la euforia, etc. Nuestro campo energético se equilibra con el del ambiente todo el tiempo, dando y tomando, receptando y emitiendo.

Es en la quietud en la que podemos determinar si las emociones que surgen en nosotros son propias o ajenas y entonces elegir conscientemente no dejarnos llevar ni actuar a partir de éstas. A través de a auto-observación profunda, de conocernos íntimamente y no engañarnos, aprendemos lo que somos y lo que no somos.

Además, al estar quietos, nuestro cuerpo actúa como el agua: va permitiendo que lo denso se vaya al fondo y decante hacia la tierra. La densidad emocional y mental se aquieta y la Tierra la recibe y transforma. El contacto con la tierra y el aire nos permite incorporar energías nuevas a nuestro cuerpo. De esta manera reciclamos nuestra energía, nos limpiamos y nos permitimos soltar y renovar.

Esto es mucho mejor cuando estamos al aire libre, en la montaña, un lago, el mar, etc. La naturaleza siempre es una fuerza más potente que nosotros y nos recicla y nos recarga de la misma manera que los ambientes densos nos contaminan y sobrecargan.

Con lo cual, en una tarde de paseo en este inicio del verano (o invierno para quienes están al norte) recordemos dedicar un rato a la quietud, al silencio y a dejarnos limpiar y renovar por la naturaleza. No hay que hacer nada, solamente estar allí, quietos y dispuestos a que eso suceda.


6.12.13

Uno más es suficiente

Solo hace falta contagiar al que está al lado tuyo. Qué fácil es esto cuando nos quejamos, enseguida otra persona comienza a quejarse. También sucede cuando se incita a la violencia, al odio, al aprovechamiento. Cuando vemos que alguien lo hace, nos sentimos con “derecho” a hacer lo mismo.

Pero también es posible contagiar tolerancia, compasión y amor. Es un poco mas difícil en estos tiempos, pero se puede.

¿Cómo se forma una cadena? Alguien te da la mano y luego le das tu mano a otra persona.
¿Cómo se rompe una cadena? Negándote a recibir, a ser parte.

Es necesaria atención, auto-observación y consciencia para romper la cadena de odio y rechazo. No recibirlo y no dejarse llevar por la energía de miedo que impregna el momento, es de suma importancia para no convertirse en parte de lo que sostiene esa energía como predominante. Esto se logra con práctica y mucho trabajo interior. Hay que conocerse y dialogar con los propios sentimientos, transformarlos para que sean energía que suma a la aceptación.

Generar una cadena de tolerancia y amor compasivo pareciera una tarea imposible. Pero basta con desarrollar estas cualidades en uno mismo y darle la mano a solo una persona, para que ésta haga lo mismo y así sucesivamente.

Requiere esfuerzo y trabajo con el propio ego. Una constante observación de uno mismo y una constante práctica de auto-transformación. En este camino estamos solos, pero guiados y acompañados por otras personas que ya lo han hecho y otros tantos que están transitando caminos cercanos.

Generar la masa crítica que cambia la frecuencia vibratoria de un lugar o de un momento -pasando del miedo al amor- es posible uniéndonos uno a uno. Al principio sentimos que somos pocos, que nuestras voces no se oyen, que nuestra energía no es suficiente. Pero no es necesario contagiar a todos, solo es necesario contagiar a uno más.

Si cada uno de nosotros toma la responsabilidad de desarrollar el amor compasivo en sí mismo y a través de ese amor, le da la mano a una persona, es suficiente. Cuando todos lo hagamos, habrá paz.

 
Te encuentres o no en Córdoba, Argentina, únete a la cadena de luz que creamos esta semana a raíz de los acontecimientos de violencia que sufrimos en nuestra ciudad. Simplemente compartes en Facebook nuestra intención. Gracias.



3.12.13

La dificultad de retomar

Los últimos 40 días han sido ajetreados. Entre cuestiones familiares, viajes y trabajo, mi rutina se ha visto desarmada por completo. Mi meditación ha variado entre 20 minutos diarios a 5 minutos semanales, lo mismo sucedió con mi práctica de chi kung, mis caminatas diarias y también mi rutina laboral. Evidentemente había dejado de escribir, por falta de tiempo y disponibilidad mental para hacerlo.

Luego de que el torbellino ha pasado y he tomado unos días de descanso, empiezo a decirme “es tiempo de retomar” pero evidentemente he seguido posponiendo ese retomar por unos días. Es que uno se acostumbra a la “buena vida” de no hacer nada, sin reglas autoimpuestas, sin disciplina, dedicando la hora de práctica diaria a mirar televisión, salir con amigos o simplemente a nada en concreto.

Pero a la vez me doy cuenta, desde mi cuerpo y mi mente, cómo necesito la práctica para volver a mi eje, para poder apreciar y vivir mi vida desde la presencia. Para estar en el aquí y ahora hay que practicar, no sucede porque si. La mente no decide dejar de pensar por el simple beneficio del ser que la contiene. La mente piensa porque es lo que hace y si no le enseñamos a enraizarse y practicarlo frecuentemente, se hace cada vez mas difícil mantenerse en el momento presente.

Siento la falta de práctica mas en mi mente que en mi cuerpo. Porque algunos estiramientos he hecho, algunos días he caminado, algún chi kung en las clases he practicado. Pero mi mente! Con que facilidad empiezo a divagar y a elucubrar planes sin sentido, a proyectar ideas a futuro sin mayor raíz que mis autoengaños.

Volver a la disciplina no es fácil, como venía diciendo. Y a la vez, se logra de una manera tan simple: sencillamente se vuelve. Disciplina significa no poner más excusas y hacer. Un hacer que conlleva un compromiso casi supremo con lo que se quiere lograr. Ese compromiso íntimo y profundo es la fuerza que empuja para levantarse y ponerse en marcha.

De la misma manera que establecemos presencia en el momento presente, lo que sea que debamos retomar, lo hacemos en este mismo momento. No se planifica… no se empieza el lunes… no se hace mas tarde o mañana. Ahora, en este mismo momento, retomo mi práctica… retomo la dieta… retomo el ejercicio… escribo. Aunque no lo hagas efectivamente, es un compromiso que se toma y que se convierte en poder.

Lo que sea que quieras hacer hazlo ahora. Y retómalo a cada momento.



Cada nuevo comienza viene del final de otro comienzo.
En este mismo momento me hago presente en el momento presente… En este mismo momento, vuelvo.