BUSCAR EN TAI CHI DEL PARQUE

3.9.14

La importancia de la soledad y el aire libre

Picasso en Malaga (estatua).
Terminando en invierno por este lado del mundo me doy cuenta lo importante que es para una persona tener un rato de soledad en algún momento del día y, a la vez, poder estar al aire libre. Durante el invierno estas dos cosas se van complicando: hace frio, estamos todos adentro, juntos y da pereza salir a caminar…

En la cotidianeidad, las relaciones, las actividades, vamos intercambiando energía con las personas y los lugares por donde andamos. Nuestro campo energético se va cargando. No importa que se cargue de lo bueno o de lo malo, lo que importa es se carga de cosas que no son propias.

El campo energético de cada persona es único, depende de sus emociones, pensamientos, órganos, postura, muchas variables. Se “contamina” con cualidades de las otras personas y de la energía que va quedando adherida en los ambientes y que tomamos al estar en o con.

La soledad es importante en el sentido de que nos permite: 1) metabolizar lo que hemos incorporado, eso significa que el sistema energético haga circular lo nuevo y lo incluya como propio; y 2) eliminar lo ajeno, lo que no hace falta, lo viejo para que entre lo nuevo, soltar lo que hemos tomado sin querer para quedar alivianado.

Si no lo hacemos a diario, el cuerpo energético se sobrecarga y termina afectando al cuerpo físico. Lo que sucede al estar en soledad es que el campo energético deja de interactuar con lo externo y puede ocuparse de sí mismo. Si siempre está intercambiando, no queda espacio para armonizar y re-equilibrar.

Para el proceso de soltar, limpiar y eliminar lo ajeno y lo viejo es sumamente importante entrar en contacto con la naturaleza. Por lo menos unos 20 minutos al día en el que estemos al aire libre dejando que la energía de la Tierra y el Cielo nos reciclen. La Tierra recibirá aquello que deseamos soltar y el Cielo nos nutrirá con nueva energía depurada y revitalizante.

En plena ciudad, en días de trabajo ajetreado podemos ir a una plaza cercana y sentarnos en un banco. No hace falta irse al medio del campo o a la montaña todos los días, sino encontrar un pequeño y simple espacio que nos permita la conexión con la naturaleza. Puede ser el balcón, el patio, la plaza, una caminata por la peatonal, sentarnos al lado de una fuente, etc. Allí donde allá un poco de verde, tierra o agua…

Si no tenemos contacto periódico con la naturaleza se nos va complicando el auto-reciclado. El cuerpo también se va sobrecargando porque no posee el contacto a tierra necesario para soltar esa sobrecarga.

La próxima vez que te sientas agotado y saturado, ya sabes: un rato solo al aire libre es la solución.