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10.1.12

Poner remedio cuanto antes


“Para firmar la paz con las emociones hay que librarse de las tendencias que las alimentan, ceder en lo mas profundo de uno mismo, suprimir los blancos del sufrimiento que el “yo” se ingenia para construir.

¿Cómo hacerlo? En primer lugar, es conveniente posar tranquilamente la mirada sobre la fuerza bruta del sufrimiento interior. En lugar de evitarla o de enterrarla en un rincón oscuro de la mente, convirtámosla en objeto de meditación, pero sin darle vueltas a los acontecimientos que han provocado el dolor ni examinar una a una las imágenes de la película de nuestra vida.

¿Por qué no es necesario en este estadio insistir en las causas lejanas de nuestro sufrimiento? El Buda presentaba la imagen siguiente: ¿Se pregunta el hombre herido por una flecha en el pecho, de qué madera es la flecha, de qué clase de pájaro proceden sus plumas, qué artesano la ha construido, si ese artesano era un hombre de bien o un bribón y cuántos hijos tenía? Desde luego que no. Su primera preocupación es arrancarse la flecha del pecho.

Cuando somos victimas de una emoción dolorosa, si nos pasamos el tiempo buscando sus causas, hay muchas posibilidades de que se intensifique. Lo más urgente es, pues, mirarla de frente, aislándola de los pensamientos invasores que la atizan. Manteniendo simplemente la mirada interior sobre la primera emoción, ésta se desvanece de forma gradual del mismo modo que la nieve se funde al sol.

Además, una vez que la fuerza de la emoción ha disminuido, las razones que la desencadenaron ya no parecerán tan dramáticas y así tendremos una posibilidad de salir del circulo vicioso de los pensamientos negativos.”