BUSCAR EN TAI CHI DEL PARQUE

13.12.11

Felicidades!


Se va otro año en este blog y en 2012 cumpliremos cinco años de publicaciones. Este ha sido un año de muchos logros, tanto a través del blog como presencialmente en las clases y prácticas que hemos realizado.

A los que siempre leen, les agradezco profundamente su presencia, allí donde estén. Gracias a las estadísticas se que son mas de 3000 por mes las personas que siguen la página. A quienes me escriben, comentan y recomiendan, más gracias aun por animarse a expresar.

A lo que se suman desde las redes sociales (Facebook, Twitter, Google+ y otras), su presencia es mucho más tangible y la agradezco con cada “me gusta”.

A todos los que se han sumado, aunque sea, a una práctica este año, gracias también por probar, seguir, dar su opinión.

Es la presencia de todos ustedes lo que nutre y hace crecer a Tai Chi del Parque y a mí personalmente, además de darme ganas de seguir escribiendo, enseñando, probando cosas nuevas y mejorando como persona e instructora.

Les deseo a todos felices vacaciones, felices fiestas y un excelente comienzo del 2012.

Por mi parte, estaré de vacaciones hasta el 6 de enero y luego retomaré tanto el blog como las clases. Estén atentos a las actividades que haremos en Enero!

Felicidades!






6.12.11

El pensamiento flash


Mientras hago mi práctica de tai chi o de meditación, los pensamientos aparecen en mi mente como en cualquier otro momento. Aunque la práctica hace que el flujo de pensamientos sea menor, lo mismo me desconcentro y pierdo la atención en el momento presente de manera constante.

Contando mi respiración (de uno a diez, cada exhalación un número) me doy cuenta que hay pensamientos que son como flashes, porque duran menos que mi inhalación y a la vez contienen una idea que comprendo completamente. Me pregunto en ese punto si perdí la cuenta, pero no. El pensamiento flash parece entre un número y otro, entre una exhalación y la inhalación, entre tomar la esfera y cepillar la rodilla.

En ese flash perdí mi atención al momento presente. De repente no sé qué pasó en ese pequeño momento. Me moví correctamente? Conté el número correcto?

Tengo dos opciones: seguir con ese pensamiento y que éste deje de ser un flash para ser una construcción mental o soltar el flash y volver a mi respiración o a mi forma de tai chi. La mayoría de las veces, no somos conscientes de esa capacidad de decisión y dejamos que el flash se convierta un completo resplandor que nos encandila y nos saca del momento presente.

El flash, son neuronas que se conectan repentinamente por la energía electromagnética que llega al cerebro. El mismo Chi (energía) que movemos con el tai chi también activa las neuronas y de esta conexión surgen flashes o pensamientos. Es que, como dice el budismo, la naturaleza de la mente es pensar y la mente hace eso constantemente.

Los científicos no saben porque son unas neuronas y no otras las que se activan y conectan. El cerebro sigue siendo en gran parte un misterio para la humanidad.

Mientras no podamos dirigir finamente nuestra energía para que no se activen neuronas que nos envíen flashes de pensamientos fuera del momento presente, lo único que podemos hacer es estar atentos a la aparición del flash y tomar la decisión correcta: dejarlos pasar y volver a la concentración.

“Recuerda que un pensamiento no es mas que el producto del encuentro fugaz de numerosos factores y circunstancias. No existe por si mismo. Así pues, cuando aparezca un pensamiento, reconoce su naturaleza de vacuidad. Inmediatamente pederá el poder de suscitar el pensamiento siguiente y la cadena de ilusión acabará. Reconoce esa vacuidad en los pensamientos y deja que estos últimos reposen un momento en la mente relajada para que la claridad natural de la mente permanezca límpida e inalterada.”

Khyentsé Rimpoché en el libro “En defensa de la felicidad” de Matthieu Ricard.




3.12.11

Buscamos emociones por que no sentimos emociones


Se lo digo a muchos alumnos y lo pienso de muchas personas: hay personas adictas a la adrenalina que están constantemente en busca del desafío, del riesgo, de la emoción profunda, de la vida intensa. Lo simple no los conforma, no logran encontrar nada en la tranquilidad.

Yo fui así durante unos años, hace ya unos años… tenía la sensación de que mi vida iba muy rápido, mas rápido de lo que yo podía manejar. Evidentemente esto ya no es así.

Me pregunto porque ya no necesito de la adrenalina para motivar mi vida. Me gusta conducir mi auto despacio. Prefiero no apurarme, no correr ni con el tiempo ni literalmente. No necesito romper ninguna regla, ni extralimitarme porque sí. Aprecio los momentos de silencio, de quietud, de soledad. No necesito llenar mi tiempo con nada. No necesito salir o comprar o estar con alguien para sentir… o para no sentir.

Es que siento un profundo amor por mi vida tal como es (y a veces es difícil y cuesta arriba como cualquier otra). Siento un profundo amor por mi familia. Cuando uno siente ese amor incondicional lo recibe de vuelta y ya no necesita adrenalina para llenar el vacío. ¿Quién quiere adrenalina – superflua y efímera – cuando estás lleno de amor incondicional?

Encuentro placer y disfruto cada momento. Encontrar una canción que me gusta mientras estoy en el auto me motiva conducir aun mas despacio para poder escucharla. Llegar a un banco vacío en la plaza llena de gente es una oportunidad para sentarse y observar lo que me rodea.

Encuentro dolor y he aprendido a no esquivarlo porque es inevitable. Seguramente el que conduce atrás mío me tocará bocina y eso, como a todos, lástima mi ego. Observar a la gente en la plaza incluye ver pobreza, desolación, tristeza. Vivir en familia incluye ver a mi hija fracasar y a mi marido frustrarse.

Pero en la conciencia del momento presente, con el placer y el sufrimiento que éste incluye, ¿quién necesita un desafío adicional? Intentar vivir aquí y ahora es suficiente desafío.

La vida se nos pasa tan rápido que no percibimos las emociones cotidianas: agradecimiento, compañía, esperanza, un poco de paz… y huimos de aquellas que nos aterra sentir: soledad, frustración, impotencia, dolor. Eso genera un tremendo vacío. Las emociones que nos pueden nutrir, pasan desapercibidas, las que nos pueden dañar, las ignoramos y ocultamos.

Nadie quiere vivir en el vacío emocional, entonces salimos a la caza de emociones. Buscamos intencionalmente el desafío y la adrenalina para no encontrarnos con nosotros mismos, en la quietud y la turbulencia de la verdad de nuestras vidas.

El principio del camino es tremendamente doloroso: encontrarse con uno mismo y aceptarse impotente, frustrado, miedoso, agradecido o completo. Muchas veces me han dicho “me suceden tantas cosas buenas que me da miedo”. Si, incluso tenemos miedo a la felicidad.

Podemos elegir vivir una vida ficticia o elegir vivir la vida que tenemos. La meditación es un camino para encontrarnos con la propia vida y empezar a vivirla.