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12.11.10

Esperando en la puerta

De “Tai Chi as a Path of Wisdom”

Las puertas o entradas están habitualmente relacionadas con dificultades. Pueden tomar muchas formas: el canal de parto, la cámara de descompresión de una nave espacial, un hueco en el hielo hecho por los esquimales para devolver a los animales a sus ancestros. Pueden llevarnos a una choza de iniciación, a un salón de apuestas o a un dormitorio de ensueño. Los momentos que pasamos en la zona de entrada o cuando caminamos a través de esta puerta es un tiempo de “entre-mundos”… no hemos dejado por completo el lugar anterior y tampoco hemos entrado definitivamente al nuevo.

Esperar en la puerta implica expectación. Esperamos en la puerta de la iglesia antes de casarnos, en la puerta del salón antes de rendir un examen o para comprar una entrada de un concierto, esperamos para escuchar la última respiración antes de que un ser querido muere. Cuando traspasamos la puerta, nunca sabemos con seguridad que encontraremos del otro lado. Es por ello que en muchas culturas las entradas son consideradas lugares peligrosos. Muchos rituales han sido creados a través de la historia de la humanidad para salvaguardar a las personas en su pasaje por una puerta.

Pero, variados como sean estos rituales, su objetivo siempre es darle apoyo a la persona que cruza. No tienen la intención de prevenir o de evitar el cruce, sino de ahuyentar las dificultades. Aquellos que crearon estos rituales sabían que, para hacer las cosas más fáciles es necesario robarle a la entrada el poder de la transición. Este poder reside en la fe y el sentido de haber logrado algo, que surge naturalmente cuando uno siente que ha llegado a donde debía. Es el mismo sentimiento que aparece cuando se llega a la meta de un maratón, se arregla un motor que no funciona, se gana la elección o se da el primer paso cuando uno es bebé. La diferencia solo está en el grado, no en el sentimiento de logro.

Cuando se comienza a practicar tai chi, uno ingresa por una puerta. A medidas que pasan las semanas, las cosas son fáciles, se siente el progreso en la práctica, especialmente cuando uno va aprendiendo el final de una “Forma”. Repentinamente aparece allí otra puerta. Es comúnmente cuando uno, luego de practicar 20 veces lo mismo aun lo siente extraño o súbitamente se olvida de una parte de la Forma.

De repente, aquello que parecía un gran emprendimiento se convierte en un gran lío y uno quiere tirar todo a la basura. Ahora, la puerta que aparece es una salida a una vida más fácil, una vida en la que no exista la tortura que implica aprender unos movimientos chinos sin sentido! La única meditación en movimiento que uno quiere practicar entonces, es la que conlleva llevar un vaso de vino a los labios, sentado en un café mirando la gente pasar.

En este momento, uno se encuentra parado ante una puerta que dice: “Impaciencia, Ilusión, Frustración”. ¿Podemos quedarnos quietos sin cruzar esa puerta, sin regresar tampoco al lugar de donde veníamos antes? ¿Podemos aceptar la invitación a aprender de uno mismo, incluyendo absolutamente todo aquello que es parte de la situación, sin rechazar lo que no nos gusta? ¿Podemos no apurarnos y no desear que finalice la espera y en vez, vivir cada momento?

Potenciamos el poder de la espera cuando intentamos acortarlo, prolongarlo o cambiarlo para otro día. Cuando estamos realmente listos para solamente esperar en la puerta, comprendemos que la espera misma es la entrada. Cuando esta puerta de abre, cruzamos y nos sentamos. Cuando la reunión concluye, simplemente nos paramos y nos vamos. Comenzar y terminar la Forma de tai chi es exactamente lo mismo.


Del libro “Tai Chi as a Path of Wisdom” de Lynda Muoki Lehrhaupt – Ed. Shambala - ISBN 9781570624452.

Tai Chi del Parque – Instructora Marcela Thesz – Córdoba, Argentina.