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14.12.09

El prejuicio y la energía


Prejuzgar significa juzgar algo antes de tiempo sin tener completo conocimiento de aquello que se juzga. Implica tomar una decisión anticipada sobre lo que sucederá.

Cuando tenemos un prejuicio, lo que hacemos es definir cómo debe actuar nuestra energía, en función del mismo. Creamos una intención energética para lograr un objetivo definido por el prejuicio, cortando la posibilidad de que surjan otros resultados de la situación que vivimos.

Supongamos que estamos en la situación A, que tiene como posibles desenlaces las opciones B, C y D pero anticipadamente pensamos que el resultado será C. No sabemos muy bien como ni porqué, simplemente nuestra creencia, cultura, idiosincrasia, experiencia personal o estupidez, nos llevan a descartar las opciones B y D sin mayor justificación. Inexorablemente buscaremos el resultado C, dirigiendo nuestra energía en pos del mismo y, aunque existiera la posibilidad de lograr las otras opciones, será casi imposible verlas o alcanzarlas.

Por ejemplo, situación A) busco la billetera antes de salir a trabajar y no la encuentro y pienso: B) la perdí, C) me la robaron, D) me la escondió mi hijo jugando. Una breve auto-evaluación indica que soy una persona ordenada, descartando la opción B y que mi hijo nunca juega con mis cosas, descartando la opción C. Conclusión: me robaron la billetera. De todos modos reviso un poco la casa a ver si aparece pero no la encuentro. Busco acá, busco allá pero no está, no la veo. ¡Es que me la robaron! Me voy a trabajar.

Cuando regreso a la noche, después de haberme comprado una billetera nueva y haber denunciado las tarjetas de crédito, veo la billetera sobre la mesa y mi pareja me dice: “Te olvidaste la billetera, se había caído detrás del mueble y ya la encontré mientras limpiaba”. La billetera se había perdido en la casa (opción B) pero yo nunca la iba a encontrar porque firmemente había decidido que me la habían robado.

El problema surge cuando el resultado decidido por el prejuicio es imposible de lograr porque no existe o no puede existir. A veces las situaciones están ya definidas, en función de otras energías que interactúan con la nuestra, y los resultados son distintos, pero como nosotros no lo sabemos, vamos en pos algo que nunca lograremos alcanzar. Si la billetera la hubieran robado y yo creo que la perdí, aunque busque y busque, la billetera ya no existe. Entonces la energía está enfocada en lograr algo imposible y cuánta energía gastamos en eso, derrochando!

Cada vez que le decimos a la energía “No, por acá no!” estamos forzando su circulación y cortando la fluidez, dirigiéndonos a destinos irreales o imposibles.

El prejuicio lo realiza la mente racional ignorando la mente emocional, que es la que siente. En el tai chi aprendemos a no prejuzgar al adversario ni a su energía. Buscamos sentir al otro y a partir de ceder ante su fuerza, podemos tomar la decisión correcta desde el centro de uno mismo, con equilibrio, enraizamiento y atención. Una vez que hemos ponderado todas las peculiaridades de la situación, actuamos, conectándonos con la energía y siguiéndola sin despegarnos. De esta manera elegimos siempre la opción correcta, porque en realidad no es una elección sino la misma energía que llega a donde debe llegar.

Estos conceptos se practican en el tai chi desde el empuje de manos o “tui shou”. El trabajo en parejas permite ejercitar los conceptos de ceder, fluir, sentir, concertarse y seguir. Les recomiendo este artículo que tiene una muy buena explicación de esta técnica.




Ejemplos de prejuicios que realizamos a diario:
- Está comida me caerá mal.
- Esa persona no me gusta (sin conocerla).
- Si te subís al árbol te vas a caer.
- ¡Ten cuidado! (asumimos que le va a pasar algo malo).
- No salgas sola de noche porque es peligroso.
- Estás mal vestido o tu cabello es un desastre.
- Todos los pobres roban, son alcohólicos o drogadictos.
- Todos los ricos son avaros, interesados y fríos.

Solo algunos ejemplos de cómo limitamos nuestras opciones a partir de los prejuicios diarios. Los invito a confesar los propios.

Tai Chi del Parque – Instructora Marcela Thesz – Córdoba, Argentina.