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23.11.07

La bella sensación de fluir

Cuando salgo a caminar una tarde de otoño, cuando la brisa sopla suave y ya no hace tanto calor, me encuentro con la fluidez. Esa sensación que surge al caminar suavemente, al sentir el aire en la piel, sin que nada me moleste. Por supuesto cuando no hay preocupaciones y nada molesta, fluir es fácil. Difícil es en este momento fluir con los vientos de noviembre y 35 grados de calor. Allí se encuentra mi desafío.

Llegar a fin de mes sin plata y fluir. Caminar contra el viento y fluir. No enojarse y fluir. Cómo logramos eso?

Comprender la fluidez como algo sin principio y sin final no es tarea fácil. Fluir implica nunca cortar, nunca frenar y también no obstaculizar para que no se frene lo que debe fluir. En la vida, una situación desencadena la siguiente y continua sin pedir permiso a nadie. Somos nosotros los que ponemos trabas y nos resistimos a avanzar.

En el tai chi chuan, cuando practicamos la Forma, debemos fluir. El primer movimiento desencadena el segundo y así sucesivamente. Nunca paramos. Debemos considerar que la Forma es, en sí, un sólo movimiento que comienza con la postura de inicio y termina con la postura de cierre. Desde el wu chi al inicio hasta el wu chi al final todo es movimiento. Y para esto es necesario interpretar en lo más profundo de uno mismo al símbolo del yin y el yang.

El yin y el yang representan la continua e interminable mutación de todas las cosas. Esta mutación es naturalmente fluida ya que el yin lentamente va alcanzando su máxima energía y cuando lo logra simplemente (y sin quejarse) se convierte en yang. Yang lentamente avanza y llega a su máxima energía para convertirse en ying. Esto es constante, sin interrupciones y sin principio y sin final. Esto es fluir.

Comenzando con una visión macro, la quietud, el wu chi, es yin y el movimiento, el tai chi, es yang. Desde la postura de inicio, la Forma debe surgir y luego no parar, hasta la postura final en la que el cuerpo se aquieta. Si en el transcurso de la ejecución de la Forma existen cortes, lo que implica que el cuerpo, aun por un milisegundo, no esté en movimiento, se rompe la fluidez, rompiendo el ciclo natural del yin y el yang.

A mayor detalle, entre una postura y otra también hay un ciclo yinyang y lograr comprender esto, en cualquier Forma que practiquemos, nos ayudará a encontrar mayor fluidez. En general, en las Formas se intercalan los movimientos con intención de defensa (ying) con los movimientos con intención de ataque (yang). Es decir, voy a defenderme al inicio para dar lugar aun posible ataque. Voy a tomar la esfera girando la cintura para esquivar un golpe y luego voy a “cepillar la rodilla” para contraatacar al corazón. Si logramos visualizar esta constante mutación que la Forma nos deja translucir será mucho más fácil la ejecución de la misma y la fluidez del tai chi.

Desde una visión acotada a cada movimiento veremos que siempre las piernas están en constante mutación (paso lleno ataco, paso vacío defiendo) y los brazos también encuentran su postura a través del yin y el yang al estar una palma hacia arriba y otra hacia abajo. También al estar tomando al esfera, la mano de abajo subirá para defender y la mano de arriba bajará para atacar. Siempre trabajamos sobre los opuestos.

Comprender la fluidez del tai chi chuan a través del símbolo del yin y el yang es aceptar la naturaleza de las cosas. Cuando un movimiento de ataque llega su máxima expansión (esto es golpear sin desenraizarme) automáticamente comienza a contraerse para llegar a la postura de defensa. Si yo intento atacar más allá de mi raíz (desarmando mi postura y alineación) simplemente el atacante encontrará la posibilidad de vencerme. Asimismo cuando me defiendo, si mi peso corporal queda hacia atrás, también desalineado, de un simple empujón pierdo el combate. Si no acepto mi máximo yang, pierdo, si no acepto mi máximo ying, también pierdo. Sólo gano cuando fluyo: llego al máximo y me convierto, muto.

El tai chi chuan es siempre yin y yang a distintos niveles, desde la postura de los pies a la Forma completa, siempre estoy en continua mutación. En los ejercicios de qi gong el principio es el mismo. Un ejercicio fluye tras otro sin desarmarme cual bolsa de papas entre uno y otro. Acumular la energía es importante y si la fluidez se rompe, la energía se desparrama y debo comenzar nuevamente. En las posturas estáticas la fluidez está en la completa quietud, va por dentro. La postura estática tiene como finalidad permitir que la energía encuentre su camino sin que yo me entrometa, por ende si me muevo, me rasco la oreja o giro la muñeca, rompo la fluidez y mi energía se estanca.

Llevemos esto a la vida cotidiana y como decía al inicio, es fácil fluir cuando todo está divino. El desafío es fluir en la adversidad. No es que “todo tiempo futuro será mejor”? Este dicho común simplemente significa que cuando la nefasta situación por la que estamos pasando llegue a su máximo, mutará y surgirán los buenos momentos. El viento siempre para y el calor siempre afloja. No quejarse y sobre todo aceptar nos permitirá pasar el mal momento sin sufrirlo tanto. Que la ansiedad no nos rompa la fluidez, caminemos con calma que adelante está la quietud.

Y esto también debemos recordarlo cuando sentimos que todo funciona correctamente y fluimos con facilidad, para que cuando la buena situación llegue a su máximo no nos sorprenda la mutación hacia la adversidad.


Tai Chi del Parque – Córdoba, Argentina – Instructora Marcela Thesz
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El agua tiene que fluir para mantenerse limpia


El niño charco de agua estancada
en sus ojos enturbiada su mirada
no logra reflejar el sol
ni la bandada de aves
que emigran buscando la primavera.
Día tras día se va poniendo más opaco
echado en su sillón mirando la TV
o mirando el techo de su pieza
mientras la música estridente tritura el tiempo.
Quieto como si estuviera muerto
piensa sin darse cuenta en lo que piensa
siente sin darse cuenta qué está sintiendo.
Que alguien lo haga correr para que se vuelva transparente
y se llene de peces
que le hagan cosquilla en el alma
y le contagien las ganas de vivir
las ganas de llegar al mar al amar.

Poema de Osvaldo Ulloa